Reseña. Silent Hill f -¿Sigue siendo Silent Hill si no se desarrolla en Silent Hill?

Silent Hill f: ¿Renacimiento o desvío?

Si has seguido la saga Silent Hill desde sus días dorados hasta su lenta decadencia, entenderás lo que significa cargar con la esperanza de que algún día Konami recapacite. Yo estuve ahí: desde los escalofríos de Silent Hill 2, pasando por los tropiezos de Homecoming, hasta el desastre técnico y narrativo que fue Downpour (sí, esa IA de enemigos aún me persigue… pero no por miedo). Y aunque Book of Memories se me escapó (a propósito), el resto lo viví con el corazón en la niebla.

Después de años de silencio —literal y metafórico—, el remake de Silent Hill 2 con Bloober Team fue como una señal: algo se estaba moviendo. Pero lo que nadie esperaba era Silent Hill f, un título que, desde su nombre, ya genera debate. ¿La “f” es de “fail”? ¿De “fantástico”? ¿De “floración”... como esa que se arrastra por las paredes de Ebisugaoka?

Porque sí, Silent Hill f no ocurre en Silent Hill. Nos lleva a una ciudad ficticia japonesa en los años 60, con una atmósfera tan densa como los secretos que guarda Hinako Shimizu, nuestra protagonista adolescente. Entre amistades dudosas, un hogar fracturado, y los dilemas hormonales propios de la edad, Hinako se ve arrastrada —literalmente— a una pesadilla que mezcla lo psicológico con lo grotesco, lo íntimo con lo ancestral.

Así que, con la linterna encendida y el corazón preparado, entremos a esta nueva pesadilla. ¿Es esto lo que Silent Hill necesitaba para renacer? Vamos a descubrirlo.

Una "hermosa" pesadilla

Ayuda que las actuaciones excepcionales, la presentación cinematográfica estelar y la música evocadora realcen muchos de los momentos más importantes de la historia del juego y les den el peso que merecen. Silent Hill f puede parecer a veces un poco soso, pero sin duda sabe cómo enmarcar imágenes grotescas y magníficas o dedicarle a una actuación el tiempo y la atención que necesita para brillar, especialmente en el doblaje japonés original del juego.

Es una lástima que no pueda decirse lo mismo de todos los entornos del juego, que varían desde los característicos callejones llenos de niebla y los repugnantes pasillos cubiertos de niebla de la serie, hasta lugares demasiado brillantes, demasiado mundanos y demasiado, bueno, limpios.

Hubo breves momentos en los que la atmósfera me inquietó (esos espantapájaros son pura pesadilla), pero sobre todo me sentí como un turista paseando tranquilamente por un pueblo o un templo con mal tiempo. Si lo comparamos con el remake de Silent Hill 2, había momentos verdaderamente abrumadores (sobretodo si lo jugabas con audífonos), en los que literalmente tuve que poner pausa, para "descansar", pues entre la música, la atmósfera, los enemigos, el hospital quemado en Silent Hill 2, era demasiado estrés, cosa que no sentí en Silent Hill f.

Silent Hill f también combina la exploración con algunos puzles, habituales en estos juegos. Estos van desde pequeños acertijos ingeniosos hasta disparates crípticos, que a veces tienen menos sentido que la dificultad más baja de los puzles.

Lo que tampoco ayuda al ritmo es la forma en que el juego salta entre lo que parece ser el mundo real y un místico otro mundo. Naturalmente, ambos están intrínsecamente vinculados, pero las transiciones entre ambos suelen ser forzadas o completamente inexplicadas, lo que le da al juego una estructura poco elegante y descoordinada.

Pero estos decepcionantes errores no son nada en comparación con el único elemento en el que Silent Hill falla gravemente: el combate.

Perdido en la niebla

La mayoría de los protagonistas de Silent Hill nunca han sido (intencionadamente) hábiles en el combate, lo que ha dado lugar a una serie de sistemas de combate torpes y engorrosos. Sin embargo, la mayoría son útiles. Silent Hill es uno de los peores que he experimentado.

Todo se basa en el combate cuerpo a cuerpo y en ataques ligeros y pesados ​​básicos, pero añade un sistema innecesario tras otro para intentar ampliar sus terribles mecánicas de combate. Hay resistencia, hay una barra de cordura, hay ataques de concentración, hay durabilidad de armas, hay esquivas perfectas y contraataques. Todo este lío solo para intentar reforzar el simple acto de golpear una manifestación horrorosa con un tubo de plomo.

Nada de eso ayuda. Es dolorosamente lento y frustrantemente fangoso, como si Hinako siempre estuviera intentando balancearse en el barro. Los golpes no tienen un impacto satisfactorio a menos que cargues los ataques cada vez, lo cual tendrás que hacer continuamente, porque es la única forma consistente de aturdir y matar enemigos a cierta velocidad. Y esta parte en la que tienes que rehabilitar tus armas, pues se van deteriorando, no me encantó del todo.

Los enemigos, por su parte, son pesadillas tan nerviosas y erráticas que es imposible predecir su futuro, y la esquiva es tan torpe o la ventana para contraatacar tan pequeña que, para cuando te das cuenta de que viene un ataque, es demasiado tarde: ya te han cortado, escupido o arremetido contra ti. La esquiva es la opción más graciosa y fuera de lugar, ya que Hinako se lanza unos dos metros en línea recta en cualquier dirección en una fracción de segundo, como si hubiera tomado prestados los poderes de Goku.

Afortunadamente, algunas secciones hacen que el combate sea mucho más trivial de maneras únicas y completamente disparatadas que no revelaré. En definitiva, eso no mejora mucho, ya que sigue siendo tan insatisfactorio como siempre; simplemente requiere menos reflexión para superarlo.

Cada vez que me enfrentaba al combate del juego, pensaba que sería mejor dejarme llevar por la niebla de Silent Hill. No sería tan malo si pudieras simplemente esquivar a todos los enemigos, pero el juego te obliga a enfrentarte a ella con frecuencia, con criaturas que bloquean tu camino, muros que solo caen al matar a ciertos enemigos y combates completos con temática interesante, pero mecánicamente horribles.

Y eso me lleva de nuevo a la dicotomía que hace de Silent Hill una curiosidad tan difícil de juzgar. Habrá defensores acérrimos de este juego por el increíble trabajo que realiza con los personajes, la historia y la presentación. Otros quizá no sean tan dóciles como un servidor. A veces siento que gana mi "amor" por la saga de Silent Hill, pero creo que este juego tendrá muchos detractores, pero también tendrá muchos que lo defiendas.

Siento que yo me encuentro entre la espada y la pared, pero les puedo decir que la saga de Silent Hill va por buen camino. No todo siempre puede ser maravilloso y aunque Silent Hill f puede que se convierta en un juego más, sí da ese paso para que la franquicia continúe en ascenso.