El mayor problema de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom es la Nintendo Switch

The Legend of Zelda Tears of the Kingdom
(Crédito de imagen: Nintendo)

Allí estaba yo el viernes 12 de mayo, sentado frente a mi tele, con mi mando Tears of the Kingdom Edition recién estrenando en mis manos, listo para sumergirme de lleno en el último juego de The Legend of Zelda. Sin embargo, sentía cierta desconfianza. Después del fiasco conocido como Pokémon Escarlata y Púrpura, no sabía lo bien que mi Nintendo Switch, con cinco años de rodaje, iba a mover este enorme mundo abierto.

Podemos estar de acuerdo en que The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, en general, no está nada mal. Aun así, el rendimiento irregular que sufre es suficiente para no poder darle al juego un 10 redondo. Dos semanas después, un pensamiento me ronda la cabeza: ¿y si Tears of the Kingdom se hubiera desarrollado para una consola más potente que la Nintendo Switch, como la PS5 o la Xbox Series X?

Los fans de Nintendo también quieren un hardware más potente

Los gamers de consola, y en especial los fans de Nintendo, solían preocuparse menos por el hardware, pero eso ha cambiado mucho en los últimos años. Esto se debe en parte a que el público al que van dirigidas las consolas se ha hecho mayor, lleva años jugando y tiene más conocimientos. Hace quince años, no tenías que preguntarme qué resolución tenía la pantalla de mi Nintendo DS Lite, mientras que ahora reviso todos los ajustes necesarios en mi PS5 y mi televisor para conseguir el mejor rendimiento posible.

La PS5 y la Xbox Series X ofrecen compatibilidad con juegos 4K a 120fps, mientras que nunca habrás oído las palabras "fotogramas por segundo" de boca de un empleado de Nintendo. Puede que sea mejor así porque, después de todo, no conseguirás más de 1080p a 60fps, e incluso la combinación de esos dos elementos es un reto para Nintendo Switch. El hecho de que la competencia se centre cada vez más en los procesadores, las GPU y la cantidad de RAM juega en detrimento de Nintendo. Ya no pueden esconderse tras sus icónicos personajes, y empieza a notarse que la compañía nunca ha sido la mejor con la potencia del hardware de sus consolas.

tears of the kingdom

(Image credit: Nintendo)

En mi opinión, el lanzamiento de Pokémon Escarlata y Púrpura fue una especie de llamada de atención, ya que los fans de Pokémon (entre los que me incluyo) vivimos en una burbuja aparte en la que la calidad de imagen, los fps y un hardware potente no importan demasiado... hasta que nos presentaron un juego que funcionaba tan mal que resultaba realmente desagradable de jugar. Es la primera vez que los fans de Pokémon se encuentran con un juego que funciona terriblemente mal y está lleno de bugs. Si bien es cierto que la culpa fue del desarrollo del juego, también se apuntó a que Nintendo Switch no era lo suficientemente potente.

Se mire como se mire, no podemos ignorar el hecho de que Nintendo Switch es actualmente la consola menos potente. Además, la nueva competencia de consolas portátiles como la Asus ROG Ally y la Steam Deck no mejoran precisamente la situación de Nintendo.

Mejoras, sí, pero con limitaciones

Cuando juegas a The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, te das cuenta de por qué hemos tenido que esperar seis años para esta secuela. Además de la superficie que conocemos de Breath of the Wild, hay islas flotantes en el cielo y un mundo subterráneo tan grande como toda la superficie. A esto se añaden habilidades completamente nuevas que sustituyen a la Piedra Sheikah del juego anterior. Una de esas habilidades deja muy claro cuáles son exactamente las limitaciones de Nintendo Switch.

Me refiero, por supuesto, a "Ascender", la habilidad que te permite desplazarte hacia arriba a las islas y otras superficies. Dependiendo de la distancia que quieras cubrir y del entorno en el que te encuentres, se te presentará una especie de pantalla de carga en la que Link nada hacia arriba. Por ejemplo, cuando vas desde el mundo subterráneo de vuelta a la superficie, puedes quedarte mirando esta pantalla durante unos 30 segundos. A veces, esa pantalla empieza incluso antes de que veas a Link atravesar una roca, e incluso cuando atraviesas un puente finísimo que cuelga muy por encima de ti, esa pantalla de carga puede aparecer antes de que Link haya llegado al puente.

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

(Image credit: Nintendo)

De hecho, la forma en que se carga el mapa completo de Tears of the Kingdom es la misma que la del juego anterior. Es decir, el juego carga continuamente las partes del mapa a las que vas, de modo que solo tienes pantallas de carga cuando te teletransportas o mueres. En Breath of the Wild, cuando te catapultabas por el mapa demasiado rápido, el juego a veces seguía fallando para cargar la siguiente parte del mapa. De esto se encarga ahora la pantalla de carga cuando usas Ascend y esto me saca de la experiencia de juego continua e inmersiva que sí tenía Breath of the Wild.

Los años no pasan el balde para la Switch

Además, no debemos olvidar que cualquier producto, tecnológico o no, muestra desgaste tras años de uso. El estampado de tu camiseta de hace cinco años se irá borrando, el revestimiento antiadherente de tus sartenes desaparecerá poco a poco, tu teléfono se volverá más lento, la batería de tu portátil no durará tanto y tu Nintendo Switch también se ralentizará. Mi Nintendo Switch ha durado ya casi cinco años, y han sido cinco años intensos. Si tuviera que decir cuántas horas he jugado en total, serían fácilmente unas 1.000.

Además, me atrevería a decir que el 90% de esas 1.000 horas las he jugado en modo acoplado en la televisión a resolución 1080p con 60fps. Si usas la Switch en modo portátil, alcanzarás un máximo de 720p a 60fps, lo que supone una carga menor para la CPU y la GPU. Además, la deriva del mando es tan mala que apenas puedo jugar en modo portátil sin querer arrancar el joystick del mando y luego prenderle fuego. En resumen, mi Switch ya no es la que era.

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(Image credit: Nintendo)

Tras algunas comparaciones con amigos y streamers jugando a Tears of the Kingdom, mis sospechas se confirmaron. Efectivamente, mi Switch no ejecuta el juego con la misma fluidez que una versión totalmente nueva. Por ejemplo, hay un punto en el que tienes que bucear desde una plataforma en el aire hasta debajo del suelo, y esa inmersión no fue precisamente fluida. Mientras buceaba, la imagen se colgó varias veces porque esas partes del mapa no se cargaban lo bastante rápido. Además, las batallas contra varios enemigos en zonas con muchos árboles (que pueden estar ardiendo o no) a menudo muestran caídas de fotogramas hasta unos 20fps o menos.

Para bien o para mal, no tienes por qué jugar a The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom en una Nintendo Switch. Puede que algunas opciones alternativas no sean las más legales, pero nos dan una idea de cómo podría funcionar el juego en algo que no sea una Nintendo Switch. Sin entrar específicamente en el qué y el cómo, es posible jugar a títulos de Nintendo Switch en tu PC, Steam Deck o (próximamente) Asus ROG Ally. Ambas consolas portátiles y cualquier portátil/monitor gaming que se precie alcanzarán los 120Hz, mientras que la Switch no pasará de los 60.

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(Image credit: Nintendo)

Lógicamente, la propia Nintendo no se disculpa por estos inconvenientes y menos por el hecho de que sus nuevos juegos AAA rindan mejor en otras plataformas. Pero, en cierto modo, es vergonzoso para Nintendo a estas alturas: con algunos mods y trucos ilegales, los gamers consiguen que sus juegos funcionen mejor en otras consolas que en la propia consola de Nintendo, para la que se desarrolló el juego.

A pesar de todo esto, sigo jugando felizmente a Tears of the Kingdom en mi Nintendo Switch Pokémon Let's Go Edition, que ya tiene cinco años, cruzando los dedos para que no explote. ¿Me he planteado comprar una Switch nueva para obtener un mejor rendimiento? Y tanto, pero sabiendo que próximamente habrá una sucesora de todos modos que, con suerte, será retrocompatible con los juegos actuales, seguiré esperando (im)pacientemente a que llegue.

Antonio Romero

Editor en TechRadar España de día, guitarrista de blues y friki de los cómics de noche. ¿O era al revés?


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