El Callisto Protocol me ha hecho sentir sobrehumano y muy vulnerable a la vez
Una violencia inimaginable
El Callisto Protocol es uno de esos raros títulos de terror de gran presupuesto que consiguen hacerte sentir una bestia y un gusano al mismo tiempo.
En el transcurso del juego, me dieron palizas de muerte, me arrancaron la mandíbula e incluso me reventaron en una caída libre por el espacio profundo. Pero con cada muerte espantosa (y mira que son explícitas) empecé a aceptar poco a poco el Callisto Protocol. Seré sincero: las primeras horas de este survival horror de ciencia ficción me resultaron lentas y frustrantes. Pero, tras superar mi desgana, empecé a encontrar el ritmo necesario para que el protagonista, Jacob Lee, respirara el tiempo suficiente para plantearse escapar de su prisión lunar.
A pesar de los evidentes parecidos con la franquicia Dead Space, que se hacen cada vez más evidentes a medida que se avanza, descubrí que el debut de Striking Distance Studios tiene más en común con Manhunt, de Rockstar. Al darme cuenta de esto, los punzantes picos de dificultad que suponían un obstáculo empezaron a tener más sentido. Mientras estaba de pie, empapado en sangre (parte de la mía e incontables litros cortesía del biófago que acababa de masacrar), blandiendo un hacha y a punto de enfrentarme a horrores más allá de mi comprensión, pensé: "Esto no debería ser fácil, debería ser casi injusto", y lo fue, de la mejor manera posible.
En Callisto Protocol, las cartas siempre están en contra de Jacob Lee. Incluso cuando te enfrentas a los enemigos más comunes del juego, uno o dos golpes en la dificultad estándar pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Al principio, intenté jugar de la forma más defensiva posible; me quedaba atrás y golpeaba desde la distancia, pero fue al perder el hacha y sustituirla por la porra aturdidora cuando me di cuenta de que mi táctica actual nunca iba a funcionar: tenía que ser agresivo, tenía que enfrentarme a mis miedos cara a cara.
Baila como si nadie te viera
El Callisto Protocol es una experiencia de survival horror que condena activamente estar a la defensiva e inactivo esperando el momento. Esto se me transmitió a través de la mecánica de esquivar, que rápidamente aprendí que no era la carta que te libraría de la cárcel, como cabría suponer. Sí, Lee puede moverse rápido a izquierda y derecha para esquivar los golpes, pero al final también tienes que devolverlos.
Los biófagos pueden parecer ridículos, pero no son estúpidos. Los enemigos se protegen la cabeza, esquivan los golpes de tu bastón aturdidor e incluso saltan hacia atrás, dejándote muy vulnerable. Me di cuenta de que intentar esquivar como si fuera Muhammad Ali contra Michael Dokes no me llevaba muy lejos: tenía que mover los pies como el Campeón y devolver los golpes con mis propias fuerzas.
Al poco de empezar el Callisto Protocol, te haces con el GRP, que es básicamente la respuesta del juego al módulo Kinesis de Dead Space. Puedes levantar a la mayoría de los enemigos durante un breve periodo de tiempo y utilizarlo para lanzarlos contra otros peligros, como paredes con pinchos y ventiladores de techo, o para acercarlos a ti. Fue en ese momento cuando todo encajó para mí, cuando Callisto Protocol hizo algo que ningún otro juego de terror al que haya jugado antes había hecho: recompensarme activamente por acercarme a los enemigos.
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Noche de combate
Fue cuando gané confianza para esprintar hacia los enemigos y golpear con ráfagas de golpes electrificados, mientras lanzaba despreocupadamente Grunts y Rushers a través de cuchillas giratorias, cuando realmente me sentí sobrehumano, como si hubiera descubierto el secreto. Es una sensación que ningún otro juego de este año ha sido capaz de conseguir, pero a pesar de lo intocable que me sentí cuando estaba en la cima, la caída fue mucho más humillante de lo que jamás podría haber imaginado.
Se podría pensar que estas herramientas harían que Callisto Protocol fuera pan comido, pero eso no podría estar más lejos de la realidad. Puede que Jacob sea capaz de enfrentarse a uno o dos enemigos, pero cuando le atacan en grupo es cuando te das cuenta de lo pequeño y débil que eres en realidad. Recuerda, dos golpes decentes de la mayoría de tus oponentes es suficiente para dejarte fuera de combate, así que imagina el estrés cuando te quedas atrapado en un tranvía con unas pocas balas, un pequeño suministro de botiquines y una porra aturdidora mejorada en la mano.
Esto no es Resident Evil. Los biófagos son auténticas esponjas de balas, así que tanto si los atacas con una pistola como con una escopeta o con la pistola antidisturbios del juego, no llegarás muy lejos si usas armas a distancia. En realidad, estas adiciones a tu arsenal sólo añaden una falsa sensación de seguridad, ya que no puedes mantener a raya a las criaturas desde lejos, por mucho que lo desees. Pronto me di cuenta de que si quería sobrevivir al viaje, iba a tener que ser creativo.
¡Todos a bordo!
Ahí estoy. Acababa de saquear unos cofres y de girar una llave que activaba el tranvía a través del túnel, y estaba listo para el combate. Las luces se apagan y las hordas entran en tromba. El limitado espacio de inventario que ofrece el traje de Lee me obliga a tomar decisiones difíciles sobre la marcha, como "¿llevo una caja extra de munición o guardo uno de los valiosos huecos para un inyector de salud?
Antes de que me dé tiempo a idear un plan, se abren las puertas. Un enjambre de criaturas no muertas por mi izquierda, monstruos por la derecha y horrores de frente, obviamente con intención de matar. Las criaturas mutantes comienzan el asalto con tentáculos que salen de sus abdominales. Si les disparo ahí, quedan fuera de combate. Si los dejo para el final, mutarán y serán aún más difíciles de derribar. No se trata de una gran estrategia, sino más bien de una serie de tácticas, pero destruyo los tentáculos y dirijo mi atención hacia los grandes brutos y los escupidores que han abordado la plataforma.
Cometo el error de esquivar a izquierda y derecha con uno de ellos antes de que el otro me golpee por la espalda y me deje la salud por los suelos. Ahí estoy, cojeando, sangrando, y a segundos de tener que repetir toda esta sección otra vez más. Decido entonces ir a por todas y empiezo a darles caña. Sus brazos se rompen al intentar protegerse y consigo acabar con ellos con algunas balas bien dirigidas a la sesera.
Ya casi debo haber terminado, ¿no? No. Justo cuando creo que tengo la situación bajo control, aparece un nuevo tipo de enemigo, el más grande y malo de todos: el bruto de dos cabezas. Aquí es cuando las cosas se ponen especialmente difíciles, ya que se necesita un cambio de ataque contra unas probabilidades aparentemente insuperables. He aquí un enemigo que no puede ser levantado por el GRP, al que el daño cuerpo a cuerpo no hace casi nada, y que puede literalmente barrer el suelo con el protagonista.
Hasta aquí había llegado. Sin inmutarme, empiezo a descargar toda la munición que me queda directamente en los dos cráneos y las dos piernas de mi corpulento adversario. Arranco enormes trozos del cuerpo del bruto en un intento de aplacar su furia, aparentemente en vano, y finalmente cae de rodillas. Pero no hay tiempo para respirar. Justo cuando creo que ha terminado, el bruto de dos cabezas se levanta de nuevo para los asaltos dos y tres: esta batalla iba para largo. De algún modo, tras vaciar por completo los cargadores de todas las armas que llevaba encima, doy el golpe de gracia al persistente biófago y pisoteo victorioso su cadáver mientras grito como un loco: lo había conseguido.
Cuando se calman las aguas...
No puedo mentir, la secuencia fue fácilmente una de las secciones más frustrantes y difíciles de un juego triple A moderno que he experimentado en mucho tiempo. Pero, a pesar de lo que costó, no pude evitar respetar el reto que suponía, y la sensación de logro fue insuperable.
¿Es el Callisto Protocol una obra maestra? No, no lo creo. Está lleno de frustrantes picos de dificultad y decisiones de diseño, lo que significa que no puedo quererlo de todo corazón como adoro los dos primeros juegos de Dead Space. Sin embargo, consigue transmitir una sensación de vulnerabilidad y fantasía de poder al mismo tiempo, convirtiéndolo en una experiencia completamente diferente a todo lo que he jugado antes. No es para todo el mundo, pero si buscas un survival horror que te ofrezca algo nuevo, merece la pena tener en cuenta el Callisto Protocol.
Editor en TechRadar España de día, guitarrista de blues y friki de los cómics de noche. ¿O era al revés?
- Aleksha McLoughlinContributor