El modo Concentración de mi iPhone me ha devuelto al mundo real, y me encanta
Vuelta a la realidad
Hace un tiempo decidí alejarme de las miles de pantallas que dominan nuestras vidas modernas de tantas maneras diferentes, empezando por mi viaje hacia la fotografía analógica. Durante el último mes, he estado planeando los diferentes pasos que voy a dar a lo largo del año para desconectar un poco más y tomar el control de mi vida digital.
Para ello, he aprovechado al máximo la función modo Concentración de Apple. He configurado diferentes modos para el trabajo, el tiempo para mí y los desplazamientos, y me ha ayudado mucho a acabar con esa sensación de agobio que produce el teléfono cuando no para de sonar. Me permite poner límites a mi tecnología, cuidando tanto mi tiempo como mi tranquilidad.
La mayoría de los dispositivos de Apple incluyen el modo Concentración (iPhones, iPads, iMacs, Mac minis y MacBooks), así que, sea cual sea el dispositivo en el que pienses utilizarlo, tienes todo cubierto. El modo Concentración está relacionado con el Modo No Molestar, que es uno de los modos preestablecidos que vienen con cada dispositivo.
Básicamente, este ajuste impide que tu iPhone te envíe notificaciones y llamadas, convirtiendo tu teléfono en un pisapapeles muy caro (puedes configurarlo para que sólo te lleguen las llamadas de tus contactos de emergencia). Esto es perfecto si quieres que no te molesten, pero yo decidí ir un paso más allá y añadir un poco de picante a los modos Personal, Reposo y No molestar.
Lo que me ha parecido más útil es que puedes personalizar visualmente cada modo y crear un ambiente totalmente distinto para tu teléfono en función de tu estado de ánimo. Por ejemplo, mi modo Trabajo desactiva todas las notificaciones del teléfono (excepto las de mi madre, claro), incluidos los correos electrónicos y los mensajes de las redes sociales. Esto significa que no recibo mensajes de correo electrónico del trabajo tanto en mi MacBook Pro como en mi teléfono, ni me distraigo constantemente con el sinfín de notificaciones de la docena de aplicaciones de redes sociales que tengo en mi teléfono. Un buen comienzo.
A mí me funciona de maravilla, porque me distraigo con bastante facilidad y odio ver notificaciones en la pantalla. Una vez que cojo el teléfono, me lo quedo mirando entre cinco y diez minutos, lo que no es ideal cuando se supone que estoy escribiendo y mi equipo está al acecho. La última actualización de iOS también me permite configurar la pantalla de bloqueo con un fondo distinto para cada modo. Así, cuando llegan las 9 de la mañana, mi teléfono cambia a uno de los fondos de pantalla preestablecidos y no vuelve a cambiar hasta el final del día.
Gracias al ecosistema de Apple, no tengo que configurar esto manualmente en mi iPad cuando lo llevo a la oficina, ni en mis otros dispositivos si trabajo desde casa. Todos están sincronizados, lo que significa que esté donde esté, haga lo que haga, una vez que empieza la jornada laboral, mis distracciones están silenciadas. He notado una diferencia inmediata desde que empecé a principios de mes, tanto en el número de veces que cojo el teléfono durante el día como en la cantidad de trabajo que hago. ¡Increíble!
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Una vez terminada la jornada laboral, mi teléfono cambia a un fondo con un patrón más divertido, y ese es el principio de mi Modo Personal. El Modo Personal de cada uno es diferente y puede configurarse para hacer cosas distintas. El mío está diseñado para permitirme descomprimirme después de un largo día y tomarme un tiempo para mí antes de empezar a dedicar mi tiempo a las cosas y personas de mi teléfono.
Mi modo personal hace que la pantalla de mi teléfono sea mucho más colorida y cálida que la del trabajo para dividir mi día como corresponde, y en el modo personal lo tengo configurado para aceptar mensajes de un puñado de amigos, pero en lugar de hacer ping, aparecen en la pantalla y desaparecen en las notificaciones agrupadas, esperando a que yo tenga ganas de leerlos.
Lo configuré así porque al llegar a casa del trabajo me sentía cansado y saturado, y en lugar de darme un respiro para lavarme la cara, ponerme el pijama o hacer la cena, me quedaba atrapado y me ponía a navegar por Twitter o YouTube sin pensar durante al menos dos horas. Lo sé, es triste.
Para mí era como si estuviera "desconectando", pero en realidad lo único que hacía era consumir contenidos que ni fu ni fa, de los que ni te acuerdas al cabo de un rato. No quiero decir que haya nada malo en curiosear un poco aquí y allá, pero perdía tanto tiempo con un hábito tan malo que acababa haciendo el resto de cosas de mi rutina deprisa y corriendo, y sintiéndome realmente agotado.
Pero con mi nuevo Modo Personal, no caigo en el abismo de la pantalla del teléfono, y me ha ayudado de verdad en muchos aspectos. He desarrollado rutinas con amigos con los que siempre me reúno porque no me estoy pudriendo el cerebro en Twitter en la cama. Ahora, hago un hueco para estar con los que realmente quiero hablar y mantengo a raya otras notificaciones inminentes. Lo más importante para mí es que tengo el control sobre cuándo quiero ocuparme de los mensajes y las notificaciones. Ya no me siento tan abrumado cuando miro el teléfono, y casi no oigo los mensajes o llamadas entrantes.
Es un poco triste, pero creo que como persona que trabaja a diario con la tecnología tengo la responsabilidad de separarme así de mi teléfono. Durante muchos años, el teléfono ha estado pegado a la palma de mi mano. Somos la generación más conectada (al menos, hasta la siguiente), y puedo decir por experiencia que no es tan guay.
Recibir constantemente porciones de información de cualquier tipo directamente a través del cráneo y en nuestros blandos y moldeables cerebritos pasa factura. Mucha gente ha experimentado tiempos de atención más cortos debido al uso continuo de la tecnología de la era moderna. Durante años hemos tenido acceso diario a todas las noticias horribles y a los vídeos que las acompañan, a incontables millones de anuncios y a un flujo constante de tendencias de belleza perjudiciales que alteran nuestra percepción de nosotros mismos.
Ahora que el tabaco y el juego están perdiendo popularidad, no se puede negar que la mayor adicción a la que se enfrentará la generación Z es la adicción a la dopamina. Las empresas saben que la mejor manera de tener clientes recurrentes es simplemente cargar sus cerebros con pequeños golpes de dopamina que les hagan volver. Las redes sociales han creado a los perfectos adictos a la dopamina y realmente sentí un cambio cuando empecé a alejarme de mi teléfono. Me sentí un poco perdido: de repente tenía tanto tiempo libre que no estaba acostumbrado a tener.
Y hasta ahora, he hecho mucho con ese tiempo. Duermo bien, estoy retomando mis aficiones no tecnológicas y, en general, me siento mucho mejor, no sólo conmigo mismo, sino también con la forma en que paso el día. Es realmente difícil pensar que un cambio tan pequeño en tu iPhone o MacBook pueda tener un efecto tan drástico, pero te animo a que lo pruebes. Puedes empezar con el sencillo No molestar y, cuando te sientas preparado, puedes configurar algunos modos más para averiguar qué te funciona mejor. Establece límites, recupera tu tiempo... ¡y vuelve al mundo real!
Editor en TechRadar España de día, guitarrista de blues y friki de los cómics de noche. ¿O era al revés?
- Muskaan SaxenaComputing Staff Writer