Por qué el coronavirus trae el fin del cine tal y como lo conocemos

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Se acabó la polémica entre cineastas, la Academia y los servicios de streaming después de décadas de prohibición de participar en los Oscar a películas que no se estrenen antes en el cine. El coronavirus ha puesto patas arriba a la industria cinematográfica de la noche a la mañana y, por lo menos en 2021, cualquier película podrá competir en los Oscar.

La noticia adelantada por Variety supone que Netflix, Amazon Prime Video, HBO, Disney Plus o cualquier otro servicio de streaming, productora o estudio podrán presentar todas sus películas a concurso el próximo año, independientemente de que se hayan proyectado en salas o no.

Obviamente, con los cines cerrados en los Estados Unidos y el resto del mundo gracias a esta película de ciencia ficción distópica de serie B que es la pandemia del coronavirus, la prohibición no tenía ahora ningún sentido porque todos los estudios, productoras y directores se iban a quedar fuera de juego. Y claro, Steven Spielberg — el anti-Netflix — no ha dicho ni mú.

Según el anuncio de la Academia, “no hay una manera más grande de experimentar la magia del cine que en una sala de proyección. Nuestro compromiso con [ese principio] permanece inmutable e inquebrantable“. Vale. Luego sueltan el golpe: “sin embargo, la históricamente trágica pandemia del Covid-19 necesita que haya una excepción temporal [enfásis mío] en las reglas de selección de nuestros premios”. ¡Alabado sea San Martin Scorsese!

Hasta este momento necesitabas proyectar la película durante siete días en cualquier cine de Los Ángeles para poder participar en los Oscar. Pero con todos los estudios retrasando el estreno de películas o directamente lanzándolas en plataformas de pago como iTunes o Amazon, a la Academia no le ha quedado otra que tragar y abrir las compuertas de la presa del streaming. 

Pero, como dicen en Argentina, no nada más permanente que la temporalidad. Éste es un paso que estaban obligados a dar tarde o temprano, así que está por ver que el cambio no sea definitivo en un mundo donde no sólo el paradigma de la producción de películas ha cambiado totalmente sino que, además, la sociedad va a cambiar de forma dramática en los próximos meses y años. Está por ver cómo se transforman los cines — que ya estaban en crisis antes del Covid-19 — para adaptarse a las nuevas normas de distanciamiento. Especialmente cuando el coronavirus no va a ser la última pandemia que podría asolar el planeta.

Esos mismos cines — o más bien las grandes cadenas que los controlan todo — están atacando a las distribuidoras que ahora están intentando estrenar películas en plataformas digitales de pago. Un ejemplo: AMC ya ha anunciado que nunca más mostrará una película de Universal en sus cines, usando el más puro estilo de represalia mafiosa. El motivo es que, en vez de esperar a que pase la pandemia, Universal ha estrenado Trolls World Tour en digital. Y, para más jodienda de las cadenas de cines, además ha tenido un éxito rotundo — sin duda por la cantidad de niños que siguen encerrados en casa y han agotado todas las series y pelis de animación de toda la historia del planeta.

Pero a pesar de estos ataques y pataletas de las grandes cadenas de proyección, lo cierto es que es imposible que la industria del cine aguante mucho más sin cambiar la mentalidad respecto a qué es cine y qué no lo es. Más aún cuando cada vez más gente tienen pantallas gigantes en casa, ya sean televisores OLED o proyectores. Cines personales con una calidad muchísimo mejor que la mayoría de los cines de las cadenas que dominan el mundo con mini-salas absurdamente pequeñas, proyectores mal calibrados y gente ronchando cajas de dos kilos de palomitas y nachos con queso maloliente a manos llenas. 

Y ésa no es la magia del cine. Eso es un negocio para ordeñar al consumidor con un servicio deficiente. Esperemos que este anuncio de la academia haga ver a todos sus miembros que es hora de avanzar. El cine ya no está en las salas. Está en todas partes, como dios y su profeta, Paolo Sorrentino. Amén.